Desde el momento en que una pareja se entera que serán papás, empiezan
a formar un concepto de cómo será su hijo(a). Los padres desde el primer
momento conciben al hijo(a) en sus pensamientos e imaginan que va a ser de una
u otra forma, iniciando las expectativas que tienen del hijo. Al imaginar a
nuestro hijo, a todo padre nos gustan los niños bien educados, con iniciativa y
sobre todo con VALORES (esto aplica de igual manera para los niños con o sin
discapacidad). Precisamente somos los padres los responsables de enseñar,
transmitir y fomentar estos valores.
En el proceso de formación del carácter de nuestros hijos, es
indispensable fomentar varios valores, pero existen 2 que serán indispensables:
la autodisciplina y la moderación. Estos dos valores a su vez, generarán otros
como son la honestidad, respeto, entre otros.
El carácter en cada ser humano es diferente, incluso entre los
hermanos. Algunos niños son más serios, cariñosos, inquietos, juguetones… pero
existen unos niños a los que les llamamos terribles y ningún padre desea que
sus hijos sean de esta manera. Para evitarlo es importante establecer normas y límites. Cabe mencionar que aunque un niño tenga discapacidad, debe educarse para
que sea aceptado socialmente.
Fomentar la TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN en nuestros hijos es muy
importante. El niño que ha aprendido que NO
todos sus deseos deben ser cumplidos, aumentara su tolerancia a la frustración.
Esta tolerancia le permitirá ser un niño más flexible y como resultado
presentará menos berrinches cuando no logra sus deseos. Un niño con
deprivaciones fuertes será irritable e insatisfecho, lo cual puede llevarlo a
la ira. A los niños que se les da todo y nunca ha enfrentado el fracaso,
tendrán impulsos violentos y afectarán su desarrollo emocional y no tolerarán
las frustraciones. En todos estos casos se afectará seriamente la
autodisciplina y la moderación.
Las consecuencias de una baja tolerancia a la frustración pueden ser:
agresividad, depresión, tristeza, berrinches, ansiedad, impulsividad,
adicciones, entre otras. Las consecuencias de una alta tolerancia a la
frustración pueden ser: flexibilidad, decisiones lógicas, racionalidad, ser
capaz de soportar pequeños fracasos a corto plazo para poder alcanzar mayores
metas a largo plazo.
Cuando en las etapas tempranas empezamos a ver un niño travieso (no se
refiere a hiperactivo) sino falto de límites, es probable que éste llegue a ser
un niño “malcriado”. Esto no quiere decir que el niño tenga algún problema,
sino que no le hemos puesto límites y el niño está experimentando hasta dónde
puede llegar, incluso confrontándonos, siendo urgente entonces enseñarles la
autodisciplina.
¿A qué edad inician estas conductas negativas en los pequeños?